El pasado año el Sergas publicó y envió a sus trabajadores el documento "Intimidade e confidencialidade: obriga legal e compromiso ético", donde se recogían una serie de recomendaciones sobre este tema tan delicado en nuestro campo.
El estudio describe fielmente algunos casos que nos encontramos cada día: la información en ocasiones se transmite de forma poco adecuada (falta de tacto, órdenes de "viva voz"), en lugares inadecuados (ascensores, pasillos...) o a personas que no son titulares del derecho a informar (familiares y allegados).
El personal no sanitario nos encontramos continuamente con situaciones como estas: familiares que llaman para interesarse por algún paciente, colas en las que inevitablemente el de atrás se está enterando de lo que hablas con el de delante, cuando llamamos a un paciente para darle una cita y éste no está o no se entera, ¿se puede decir la cita a otra persona que coja el teléfono?..
El documento del Sergas marca algunas líneas:
- establecer espacios reservados para la recogida de datos y para informar a pacientes y autorizados. Sería ideal pero con la escasez de espacio que tenemos habitualmente, es difícil de conseguir.
- preguntar a los pacientes si desean que su presencia en el hospital se les comunique o no a las posibles visitas y a quien quiere que se le dé información sobre su proceso.
- evitar exposición de datos de identificación personal o de listas de pacientes en las puertas de las consultas.
Una vez más, creo que la organización debería tomar cartas en el asunto y que fuera parte integrante de su cultura asumir que la confidencialidad no sólo es un deber del profesional, sino sobre todo, un derecho del paciente. Sería necesaria una mayor formación y un protocolo con acciones más concretas para que los profesionales supieran cómo actuar en diferentes situaciones.
Y tú, ¿te paras a pensar en estas cosas en tu trabajo diario?